Jardines
Los jardines andalusíes aparte de su función ornamental, se concebían como un reducto de experimentaciones botánicas destinadas a la agronomía y la farmacopea. Los andalusíes trajeron a la Península Ibérica abundantes productos procedentes de diversos orígenes.
Aunque no consiguieron aclimatar plenamente algunas especies, obtuvieron muy buenos resultados con el azafrán, la palmera datilera, la caña de azúcar, el algodón, la granada y los cítricos, entre otros.
Esta aclimatación fue propiciada por los califas omeyas de Al-Ándalus que instalaban extensos jardines botánicos cerca de sus palacios o junto a sus fincas de recreo llamadas almunias. De ahí que estaban muy solicitados los servicios del jardinero.
El oficio de jardinero tenía una significativa dignidad entre los musulmanes andalusíes, siendo muy apreciado por emires y califas. Estos jardineros reales eran el complemento del perfumista y el médico, oficios llenos de misterio y fórmulas magistrales.
Su legado aún permanece vivo: el Al-Ándalus fue sobre todo conocido por ser el primer productor de aceite de oliva del mundo.